lunes, 14 de marzo de 2011

A los adictos al vinilo es fácil descubrirlos, porque al cabo de un rato se cabrean con los expositores que han estado repasando a conciencia, se marchan a una sección totalmente distinta, sacan una funda casi parece que al azar y se acercan con ella al mostrador; es porque mentalmente han confeccionado una lista de posibles adquisiciones (...), y de pronto se ponen de los nervios por la cantidad de tiempo que han perdido buscando algo que en realidad tampoco quieren llevarse. Es un sentimiento que conozco bien (es mi gente; la entiendo mejor que a nadie en el mundo); una sensación pegajosa, como si se te pusieran los pelos de punta, una especie de pánico ilocalizable, y terminas por salir de la tienda dando tumbos. Después caminas mucho más deprisa, tratando de recuperar la parte del día que se te ha escapado.




HORNBY, Nick. Alta fidelidad. Barcelona: Anagrama, 2007.

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